
La magia de la música
Todos somos musicales. Cada persona posee en su interior este don; la música nos ha rodeado y alimentado desde el momento en que fuimos concebidos: desde los sonidos que nos llegaron a través de los líquidos amnióticos durante el embarazo de nuestra madre hasta los rítmicos latidos de nuestro propio corazón. La música y el ritmo son vida. La música es revitalización, y debería formar parte consciente y activa de nuestras vidas, y no limitarse a escucharla o utilizarla para llenar vacíos de silencio en nuestras vidas. Tenemos que darnos cuenta de que la música encierra todas las maravillas y la clave de los milagros de la vida: naturales y espirituales.
El niño responde al sonido incluso en el útero. Ahora la tierra es nuestra madre y tenemos que aprender a trabajar con los sonidos de la tierra con creatividad. Nadie tiene que poseer un “don” para sacar provecho del trabajo con el sonido y la música sagrados. Los músicos han tomado lo que se ofrece a todos nosotros, y lo han enaltecido y hecho suyo. Aunque nosotros no podamos ser músicos, ¡ todos podemos ser musicales !
Las consecuencias de una elevada consciencia y la comunicación divina viven en la música. Cuando se interpreta, la música continúa vibrando en el campo de la energía mucho después de que el sonido actual se haya desvanecido de la conciencia audible. Este fenómeno dice mucho sobre los efectos espirituales y continuos de la música. Incluso plantea que la posibilidad de comunicar con lo invisible es inconmensurable.
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