Música y Psicosomática
Para los pitagóricos, la música es un medicamento pues ella es la más alta expresión de la armonía. Las bases de la estética son idénticas a las del conocimiento y, en consecuencia, de la medicina. Ellas se sitúan en la comprensión de las relaciones entre las cosas y en lo que expresan estas relaciones: la proporción. Según Pitágoras, no existen más que dos modos posibles de relación: relaciones espaciales o de simultaneidad y relaciones temporales o de sucesión.
La música es entonces el arte más completo y el más poderoso porque se despliega en estos dos modos:
simultaneidad = armonía.
sucesión = melodía.
combinándolos en un conjunto estructurado.
Esta noción de una música en sí terapéutica se encuentra también en la medicina china tradicional. Y es en la arquitectura de la gama pentatónica que encontramos la expresión más condensada de todas las reglas
a las cuales obedece la medicina china en su dialéctica del yin y el yang: “Las cinco vísceras están ligadas a las cinco notas musicales que pueden ser discernidas y reconocidas. Desde el punto de vista dinámico:
la pareja yin-yang representa la unión armónica, la acción concerniente que se espera coger al fondo de toda antítesis. El contraste yin-yang compone una especie de espectáculo que pareciera estar reglamentado por un orden músical” (M. Granet).
Las concepciones chinas son entonces la expresión de una teoría unitaria del organismo humano. “La China ha reconocido en la música la suprema verdad a la cual no pueden más que obedecer tanto el cuerpo como el espíritu, tanto el universo como la sociedad humana”. (Jean Choain).
En Europa, no hay duda que la música fue utilizada con fines de éxtasis o de curación durante los primeros siglos de nuestra era. Pero estas músicas terapéuticas permanecieron largo tiempo como el patrimonio de tradiciones religiosas próximas al animismo y, como tales, combatidas por la Iglesia.
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